viernes, 1 de mayo de 2009

Milagros

No estaba enterado del momento, cuando crucé por primera vez el umbral de esta vida. ¿Cuál fué el poder que hizo abrirme dentro de este vasto misterio como un capullo, como una flor en el bosque a la media noche? Cuando en la mañana contemplé la luz, sentí en ese momento que no era un extraño en este mundo. Que lo inescrutable sin nombre y sin forma me había tomado en sus brazos a través de la forma de mi propia madre, así también en la muerte lo desconocido para mi aparecerá como si siempre lo hubiera conocido. Y debido a que amo esta vida sé que debo amar también la muerte. El niño rompe en llanto cuando la madre lo retira del seno derecho para encontrar en ese mismo instante su consuelo en el izquierdo. Entonces cuando me vaya de aquí permitan que este sea mi discurso de despedida: Que aquello que he visto es insuperable, he probado de la miel escondida de este loto que se expande en la luz del océano y por eso soy bienaventurado. Permitan que este sea mi discurso de despedida, en este teatro de forma infinita he desempeñado mi papel y aquí he llegado a conocer a quien no tiene forma. Todo mi cuerpo, mis miembros se han emocionado con su contacto que va más allá del contacto. Y si aquí llega el final permitan que así sea, permitan que este sea mi discurso de despedida. Estoy enamorado de amar.

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